Existe una autoconvocatoria explícita para reconstruir tanto el Partido Justicialista como el movimiento nacional cuyo ideario viene siendo bastardeado "por unos y por otros". Los unos son los neoliberales de los 90 y lo otros son los socialdemócratas de los 2000.
Unos y otros son hijos del pensamiento de la Ilustración que con el peronismo no tiene nada que ver, o más aún, está en las antípodas.
Hacer leña del árbol caído no tiene ningún sentido, en todo caso se podría hacer leña si del lado de los vencedores hubieran estado todos los auténticos peronistas, pero es sabido que eso no fue así. Del lado de los vencedores hubo muchos peronistas de pensamiento crítico y del lado de los vencidos hubo muchos peronistas de obediencia debida, que votaron por obediencia partidaria. Y además hubo muchos peronistas que votaron terceras fuerzas.
renunciar a sus cargos partidarios como dignamente lo hizo Kirchner, en tanto que los jefes peronistas del frente triunfante, dejar ese frente por su carácter liberal-gorila y reinsertarse en el movimiento nacional rápidamente. De igual modo los peronistas que apoyaron a terceras fuerzas.
Es que, no hay que ser un sabio para darse cuenta que ese frente liberal-gorila, en cuyo triunfo colaboró la iracundia de Kirchner, es el que se va a oponer al peronismo en las presidenciales del 2011.
Ahora bien, sobre la base de la convergencia de estas tres vertientes peronistas: a) los obedientes u oficialistas b) lo críticos u opositores y c) los disidentes, es posible y verosímil reestructurar y reconstruir el justicialismo y el movimiento nacional.
Una amplia convocatoria, propuesta por muchos, lo tengo presente a Félix Borgonovo, es indispensable para devolver el peronismo al pueblo.
Para que esta convocatoria sea eficaz se necesita algo muy propio de los argentinos, la magnanimidad, la grandeza de alma, ese rasgo típico de los grandes pueblos y que el filósofo Martín Heidegger reconociera como parte de nuestra índole, cuando se lo invitó al primer congreso nacional de filosofía en Mendoza en 1949 y no pudo viajar.
Y esta grandeza de alma se debe manifestar en los perdedores aceptando de buena gana la voz del pueblo, de los ganadores que su triunfo fue meramente circunstancial y de los disidentes que sic transit gloria mundi, la gloria de los triunfadores eventuales es pasajera y contradictoria.
El peronismo tiene todos los elementos para la acción eficaz, para reconstruirse y reconstruir el amplio movimiento nacional y popular: tiene hombres pero carece de un núcleo duro de dirigentes capaces, tiene pocos y aislados, tiene medios y los acontecimientos le son propicios, sólo tiene que romper con la maquinaria perversa que desde hace muchísimo tiempo no permite el acceso de los mejores al poder y formar cuadros en la doctrina nacional justicialista sin aditamentos liberales ni socialdemócratas.
Si la concepción es clara, lo más probable es que se acierte en la ejecución.
Nosotros como arkeguetas, como eternos comenzantes, lo de filósofo es demasiado. Sabemos que tenemos por un lado a los "intelectuales de carta abierta" oficialistas de ocasión, una especie de socialdemócratas con chiripá y del otro lado los "intelectuales de carta g" antiperonistas, liberales y gorilas de todo pelaje.
Sabemos qué hacer, ni con unos ni con otros; afirmar nuestra identidad que no es la de todos por igual. Esa identidad que se funda en los valores patrios, aquellos representados por el himno completo y la bandera, y fundado en el pensamiento nacional aquel que nace desde Del Barco Centenera para acá, de lo más profundo de nuestro ser argentino en la historia del mundo.